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Alfonsina no vuelve

  • María José Vázquez Moreno
  • 15 nov 2017
  • 1 Min. de lectura

La mar nocturna me da un apetito inmenso, aroma a mangle, moluscos y sal fría, olores que revelan los deseos viscerales; ninfa marina que vocifera cantos blasfemos de libertad y muerte a través de las caracolas. Valvas que voy colectando al hundirme en el camino, esa búsqueda constante de mi ser.

Traigo el sueño atrasado, me quiere alcanzar con esa profundidad que se cava sola, que corrompe a cualquiera con un pedazo de noche incrustado en el pecho; he puesto sobre mis oídos esas conchas parlantes durante años; notas náuticas que anochecen el alma.

Afuera soy siempre sol, adentro siempre adentro, conmigo camina la noche.

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