Mejibó
- Ángel Lizeth Padilla
- 1 jul 2016
- 2 Min. de lectura
Bailar ballet es muy hermoso e intenso, a veces depende de cómo lo veas y te sientas, porque lo que es a mí, me encanta.
A los tres años fue mi primer acercamiento con el ballet, sabía que después de esa experiencia mi vida cambiaría mucho. Los sueños e ilusiones que se cruzaron por mi cabeza fueron: el primero, convertirme en una bailarina profesional; y el segundo, conocer muchas amigas que, al igual que yo, perseguían un sueño.
Mi mayor inspiración la encontré en Mejibó; su nombre es Eva, es la mejor maestra que una alumna de ballet haya podido conocer, además de ser disciplinada, responsable y talentosa, nos ayuda a cumplir nuestros objetivos con amor y paciencia, pues siempre quiere lo mejor para nosotras.
Mis primeros festivales fueron divertidos, y aunque era muy pequeña, disfrutaba de volar en el aire. En cambio, cuando fui creciendo los nervios comenzaron a aparecer, pero mamá siempre estaba ahí para regalarme un abrazo fuerte y caluroso que de inmediato me transmitía paz y seguridad.
Al llegar al teatro, siempre me encontraba con un grupo de amigas con quienes compartía el gusto por el ballet, me invitaban a jugar para relajar mis nervios. Pero a lo largo del tiempo me fui acostumbrando y el miedo fue desapareciendo.
Mi maestra de ballet también me ayudó a superar mis miedos. La manera más fácil y sencilla fue escribiendo un acróstico con la palabra Ballet.
Baile
Alegría
Lo mejor
La música
Emoción
Teatro
Dentro de las experiencias más significativas en Mejibó está un viaje. Fue el día más maravilloso que jamás nadie haya vivido, porque cumplí un sueño y gracias a ello me di cuenta que si te esfuerzas siempre, siempre, lograrás tus metas.
Mi viaje, mi primer viaje, fue en avión. Apenas lo podía creer; sentí sensaciones extrañas, pero realmente emocionantes. Durante el vuelo mis oídos se ensordecieron, a mi izquierda se veía el cielo y por momentos imaginé que era un ángel, con alas blancas y suaves como las nubes de ese bello cielo.
Mi estancia en el aire sólo fue cosa de horas, después bajé a la tierra como un ángel caído, para conocer lo que sería el paraíso en forma de hotel. En ese lugar mis amigas y yo esperamos a que llegara nuestra maestra y de esa manera disfrutar juntas el paisaje y las compras.
El día transcurrió, la luna apareció y con gran impaciencia esperamos el amanecer hasta que salió el sol y con ello el día del concurso. Afortunadamente todo salió a la perfección, aunque yo no participé.
En ese momento me di cuenta que las presentaciones de ballet son como pequeñas funciones teatrales, donde nosotros somos los actores que salen a escena, y reflejamos los sentimientos de los personajes, tal como lo afirma mi maestra de teatro en sus clases.
Mejibó es para mí un nuevo estilo de vida y una nueva forma de pensar, sentir la danza, actuar la danza y ser la danza, es la misma sensación que estar tras el telón esperando tu turno para volar.
Alumna de cuarto grado de primaria, ganadora del primer lugar del Concurso de cuento del Taller de Creación Literaria.
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